Desahucio de 120 perros

El desahucio de 120 perros

La Protectora de Godella busca adopciones para que los animales no se queden en la calle con el cierre del refugio

GEMMA BARGUES | GODELLA
Acaba de cumplir 8 meses, tiene el pelo corto y de un intenso color negro fuego. Recuerda que un día intentó beber de una acequia pero se cayó y su extrema flojedad le impedía salir del agua. Cuando fue rescatado volvió a nacer. Ahora necesita ayuda para olvidarse del horror que ha vivido.
Se llama Luck y es el benjamín de los 120 perros que conviven en el actual refugio de animales de la Sociedad Protectora de Godella (SPAG), ubicado en Poble Nou.
Samuel es el papá de todos. Ha visto durante 11 años cómo sus compañeros cruzaban la puerta del refugio y nunca más regresaban. Una puerta mágica para él y que, gracias a la ayuda de un amante de los animales, puede descubrir qué hay al otro lado.
¿Cómo ayudar a estos animales? La respuesta es bien sencilla y es que la Protectora quiere fomentar al máximo las adopciones y buscar casas de acogida antes de que Sanidad efectúe el cierre del refugio, cuyas condiciones no cumplen con la normativa.
«Una antigua chatarrería en la que no quedaba nada, sólo montones de basura y escombros. Con todas nuestras fuerzas, limpiamos la zona, construimos celdas, levantamos muros y trasladamos a todos los perros a lo que iba a ser su nuevo hogar». Así explica Amparo Equiza, una de las cuidadoras del refugio, el nacimiento del albergue que, desde hace cinco años y sin saber cuánto le queda de vida, da cobijo a estos perros.
Que los telediarios repitan hasta la saciedad que el verano es la época en la que más mascotas se abandonan no es nada nuevo. La novedad este año viene de la mano de la crisis, que ha hecho que mucha gente se quede en casa y decida adoptar. La cifra es esperanzadora: 63 perros han sido acogidos este verano, frente a los 40 del año pasado. «En una protectora pequeña como la nuestra, 23 adopciones más son muchas. Estamos muy contentos», apunta Francis Moliner, secretaria de la SPAG.
«Sabemos que es imposible salvar a todos los perros, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo tantos animales se quedan en la calle con el cierre del refugio», añade la cuidadora.
Saber que la incorporación de un animal a un hogar no es «un capricho» es un requisito imprescindible para que la protectora acepte una nueva adopción.
«El agradecimiento del perro elegido es, sin duda, la mayor recompensa de una adopción», comenta Amparo Equiza.
Rocky apenas respiraba cuando fue encontrado ahorcado en medio del campo. Entonces, nadie apostaba ni un céntimo por su vida y ahora espera acabar sus días entre una familia

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